Rafael Nadal lo había dicho, su condición física no era la óptima, incluso hace un mes puso en duda su presencia en Roland Garros, pero su enorme espíritu de lucha y amor por el tenis lo llevaron  esforzarse por decir presente en el Grand Slam de París donde se ha coronado campeón de 14 oportunidades.

Los problemas físicos que lo han tenido al margen en los últimos meses, y que lo llevaron a anunciar que se retirará del tenis, le hicieron bajar considerablemente en el ranking, por lo que para este torneo no fue cabeza de serie, y el sorteo le castigó de entrada, ya que su rival resultó ser Alexander Zverev, número cuatro del mundo y reciente ganador del Masters 1000 de Roma.

Rafael Nafal y el "último tango en París"

Para Nadal esta actuación, en la arcilla de la capital francesa, se la puede emparentar con la reconocida película del director Bernardo Bertolucci: “El último tango en París”.

Se supo de entrada que el partido frente  Zverev sería complicado. Y así ocurrió el alemán quebró de entrada y en el noveno juego para quedarse con el primer set por 6-3.

Nadal se resistió a perder rápido

El tenista mallorquín en su afán de seguir en pista, quebró en el quinto game del segundo set, pero cuando le tocó servir para llevarse esta manga, y en el mejor de los casos que el partido terminara en cuatro capítulos, vino el rompimiento de Zverev. Igualados a cinco, y desde allí hasta el tie break, donde el germano se impuso 7-5.

Ya en la tercera manga el exnúmero uno del mundo volvió a romper en el segundo juego, pero de inmediato Zverev recuperó, y volvió a quebrar en el séptimo. Y desde allí ya no hubo vuelta atrás. 6-3; 7-6 (5) y 6-3 luego de tres horas.

Las épocas gloriosas que llevaron a Nadal a convertirse en el “Rey de la Arcilla” definitivamente pasaron  a ser parte del pasado, y el partido tomó un cariz histórico, porque fue el último que “Rafa” disputó por los puntos en la capital francesa, siempre y cuando él no diga lo contrario y al igual que el tango, fue en una jornada que evocó mucho sentimiento y nostalgia, ya que la leyenda comienza a llegar a su fin.