Diego Armando Maradona, la leyenda del "Dios más humano" que pisó una cancha de fútbol

Este jueves se cumple el primer aniversario del fallecimiento del ídolo más grande del fútbol argentino.

El 25 de noviembre de 2020 quedó marcado en la memoria colectiva, en uno de esos momentos que quedan en el recuerdo por la conmoción mundial que generó. Ese día, hace exactamente un año y en medio de una pandemia que nos tenía a todos confinados, Diego Armando Maradona, la figura más talentosa y controversial que dio Argentina al fútbol mundial, falleció. Su cuerpo dejó de vivir, pero su nombre, después de 60 años de una vida marcada por éxitos y tormentos, se convirtió de una vez por todas en leyenda.

Una vida que estuvo marcada de momentos importantes, pero tal vez la fecha más gloriosa fue el 22 de junio de 1986. Y no fue el día que levantó la segunda Copa Mundial para la albiceleste. Fue un poco antes, en los cuartos de final, cuando Maradona dejó en evidencia, como relató Víctor Hugo Morales, que era el "genio del fútbol mundial". 

En ese día, la selección albiceleste se cobró venganza por la Guerra de las Malvinas y eliminó a Inglaterra del Mundial de México 1986. Y en el estadio Azteca, el "Pelusa", ese jugador que nació el 30 de octubre de 1960 en Villa Fiorito, se convirtió en el "Barrilete Cósmico", con un golazo de otro planeta. Y también, como lo describió el uruguayo Eduardo Galeano, en el "Dios Sucio, el más humano de los Dioses", al anotar un gol con la mano.

Villa Fiorito, Cebollitas y el nacimiento del "Pibe de Oro"

Maradona, octavo hijo de Don Diego y Dalma Salvadora Franco, "Doña Tota", creció en la pobreza y humildad de Villa Fiorito, un "barrio privado de Buenos Aires...privado de agua, luz y teléfono". Su papá dirigia un equipo llamado Estrella Roja, por lo que siempre estuvo vinculado al fútbol. 

Su talento innato acaparó la atención de ojeadores y fue seleccionado para jugar en Cebollitas, la filial infantil de Argentinos Juniors, y llegó a tener una racha invicta de 136 partidos. Su liderazgo y nivel lo llevaron a hacer historia, al debutar con 15 años en el fútbol profesional, ante Talleres de Córdoba. Y lo primero que hizo fue un caño, ganándose el cariño de la hinchada por su atrevimiento. Era el "Pibe de Oro".

Un año después, en 1977, fue convocado en la selección argentina y todos esperaban que integrara el equipo que preparaba César Luis Menotti para el Mundial. Sin embargo, el "Flaco" lo dejó fuera. Su revancha tuvo en 1979, siendo capitán de la albiceleste en el Mundial sub-20 que conquistó en Japón.

En 1980, después de cinco años en Argentinos, fichó en el club de sus amores, Boca Juniors, y después en 1982 dio el salto internacional, a FC Barcelona. En esa misma temporada, también tuvo su debut mundialista, jugando en España, aunque sin el resultado de sus sueño, quedando la Argentina eliminada en la segunda fase grupal, tras derrotas ante la mítica Brasil de Zico y Sócrates, e Italia, que al final del torneo ganó el título.

Barcelona, la fractura y la batalla ante Athletic en la Copa del Rey

El paso de Maradona por el conjunto catalán estuvo marcado por las controversias. Si bien conquistó tres títulos de corte menor (Copa del Rey, Copa de la liga y Supercopa de España), en España se le recuerda por tres eventos.

En 1983, al cumplir un año en España, tuvo su mejor partido ante Real Madrid y fue ovacionado por la afición merengue, tras anotar un en el "Bernabéu".

Meses después, pasaría lo peor. El volante Andoni Goikoetxea, conocido por su violencia, lo fracturó en un partido ante Athletic de Bilbao. De hecho, el jugador vasco aún guarda el botín de la falta, como un "trofeo de guerra".

Un año después, Maradona intentó tomar venganza, pero no pudo. En la final de la Copa del Rey 1984, Barcelona perdió ante los vascos en el Bernabéu, ante más de 100 mil personas, en un partido que terminó en batalla campal, una de las últimas postales del "pelusa" en el fútbol español.

La consagración en Napoli y la gloria eterna en Argentina

Tras su paso en Cataluña, Maradona fichó en Napoli, donde vivió su época más gloriosa como futbolista. Fue recibido como ídolo en San Paolo, y pese a las polémicas, cuando se fue lo hizo en la categoría de divinidad. En el sur de Italia lideró un equipo que no tenía como pelear con los gigantes del norte, como Juventus, Milan, Inter (y en menor medida AS Roma). Sin embargo, con su genialidad, logró ganar dos Scudettos. El primero, ante la Juventus de Michel Platini; y el segundo, ante el Milan de los holandeses Marco Van Basten, Ruud Gullit y Frank Rijkaard. También una Copa Italia y una Supercopa, además del primer título internacional del club, una Copa UEFA en 1989, venciendo a Stuttgart.

Ese nivel superlativo también lo llevó a la selección argentina. Tras la decepción del 82, la AFA de "don" Julio Grondona había apostado por Carlos Bilardo para suceder al Flaco Menotti. Con un paradigma diferente, la albiceleste estaba llena de dudas para el Mundial de México. Sin embargo, agarraron vuelo en pleno torneo y nadie los pudo frenar.

La leyenda se agigantó en el duelo con Inglaterra. Aún con las heridas abiertas por la Guerra de las Malvinas, Maradona hizo delirar a su país y al planeta entero con dos jugadas, separadas por cinco minutos, un gol con la mano, que todo el mundo vio, menos el árbitro; y la mejor anotación de la historia dejando en el camino a sus rivales y eludiendo al portero para marcar en el Estadio Azteca. La "Mano de Dios" y el "Gol del Siglo".

Tras la victoria ante los ingleses, Argentina superó sus dos últimos escollos: la semifinal ante Bélgica, con otra obra maestra de Maradona, y la final contra Alemania, donde el Diego no anotó, pero si brindó la asistencia para el gol del triunfo que anotó José Burruchaga. Era el segundo mundial en la historia para la albiceleste. Y Diego fue héroe al levantar la copa.

El declive: La final del 90, la cocaína y el famoso "me cortaron las piernas"

Tras conquistar la gloria mundialista, ganar la UEFA ante Stuttgart y lograr el segundo Scudetto con Napoli en 1990, llegó el momento de defender el título en el Mundial de Italia. Argentina era favorita y con Maradona lesionado de un tobillo, igual llegó a la final, en un torneo marcado por polémicas. En la fase de grupos, el equipo de Bilardo pasó como mejor tercero; ante en octavos Brasil, Claudio Caniggia marcó el gol del triunfo tras una genialidad de Maradona y el famoso "Bidón de Branco"; a Yugoslavia lo venció en los penales, y en las semifinales, de extraña forma la FIFA hizo que el anfitrión Italia jugara en Napoli, donde el 10 argentino era divinidad.

La final ante Alemania, otra vez, se jugó en Roma y los italianos no perdonaron a Maradona. Pifiaron el himno argentino y en otra postal eterna, el "Pibe de Oro" manifestó su rabia diciendo "hijos de puta". Más tarde, en el partido, no fue trascendente y Alemania ganó con un controversial penal, tras una falta inexistente de Néstor Sensini. Diego, en la entrega de medallas, se rehusó saludar a Joao Havelange, presidente de la FIFA, y según los mitos que rodean la historia del fútbol, ese fue el comienzo del fin.

En 1991 dejó Napoli tras dar positivo por cocaína y sus adicciones empezaron a causar impacto en su trayectoria deportiva. Fue suspendido por 15 meses, y en Buenos Aires lo detuvieron por posesión de drogas. En 1992 regresó de la mano de Bilardo, en Sevilla, pero tras un conflicto público con el "Narigón", fue desvinculado del equipo.

En 1993 regresó al fútbol trasandino, en Newell's, pero la polémica estuvo siempre presente, con disputas ante hinchas y periodistas. Sin embargo, tenía una oportunidad para redimirse: salvar a Argentina y clasificarla al mundial de 1994. Tras el papelón con Colombia, el Diego volvió para jugar el repechaje ante Australia y lideró el equipo para el torneo en Estados Unidos.

En tierras americanas, la albiceleste, con Alfio Basile, parecía encaminarse a otra final. Una gran camada de jugadores jóvenes brillaba en cancha y Maradona se reencontraba con su mejor versión. Pero otro control antidopaje salió positivo y otra imagen quedó para la historia, con una enfermera sacándolo de la cancha. Argentina perdió su líder y se derrumbó como equipo, quedando eliminado en octavos de final ante Rumania. "Me cortaron las piernas".

"La pelota no se mancha"

Tras estar otros 15 meses suspendido, Maradona incursionó como técnico (en Racing) sin éxito. Después fichó en Boca Juniors, club con el que finalizó su carrera, el 30 de octubre de 1997. En paralelo, intentó luchar contra su adicción a las drogas, incluso protagonizando campañas para dar cuenta de los efectivos negativos de su consumo.

Durante el año 2000 sufrió diversos problemas de salud y bordeó la muerte. Tuvo que rehabilitarse en Cuba, y en 2001 recién realizó su partido de despedida, con varias figuras del fútbol mundial. Al final, su discurso quedó en la historia del deporte: "Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha".

Su rol final como técnico

En 2008, Maradona volvió oficialmente al fútbol, pero esta vez como director técnico. Y lo hizo al frente de la albieleste, tras la renuncia de Basile, en las clasificatorias rumbo a Sudáfrica 2010. Pese a ser cuestionado por su capacidad para estar en el cargo, su aura e imagen fueron importantes para levantar anímicamente al equipo, con la emergente figura de su sucesor, Lionel Messi, y conseguir con épica el cupo mundialista. Sin embargo, en tierras africanas una rotunda goleada a manos de Alemania terminó con su periplo como seleccionador.

Después de eso, incursionó en equipos de medio oriente, como Al Wasl y Al Fujairah (y un fallido paso por Dinamo de Brest), aunque volvió a tomar relevancia mediática al firmar por Dorados de Sinaloa en México, en 2018. Tuvo una buena campaña (18 triunfos, 10 empate y siete derrotas), pero finalmente dejó el equipo a mediados de 2019, para dedicarse a sus problemas de salud.

Su última parada en el fútbol fue en Gimnasia y Esgrima La Plata, desatando fervor popular no solo en el "Lobo", sino también en el resto de los equipos del fútbol trasandino. Cada partido como visitante, Maradona recibió homenajes por parte de las dirigencias de todos, incluyendo Boca y River. Fue como un tour de despedida para un ícono cultural, parte de la historia no solo del deporte, sino también de la Argentina.

Pasaron 365 desde su partida, pero su legado sigue más vivo que nunca. En ese período, dentro de la cancha, Lionel Messi tomó el testigo y logró darle un nuevo título a su querida selección y ya la logró clasifica a un nuevo Mundial, el de Qatar 2022.

Y fuera de la cancha, su nombre sigue generando controversia, por las terribles condiciones que provocaron su muerte, los juicios, la investigación por la negligencia, de ese círculo cercano que dijo protegerlo y no lo hizo. 

Pero nosotros prefirmos recordarlo por lo que hizo en la cancha, por la magia que brindó. Parafraseando a Eduardo Sachieri, "el tiempo cometió la estupidez de seguir transcurriendo, ya que optó por acumular un montón de presentes vulgares encima de ese presente perfecto". Por ese motivo, debemos tener la honestidad de recordarlo para toda la vida. Nosotros conservamos el deber de la memoria.

Maradona
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