Una calurosa bienvenida tuvo este domingo la selección de Portugal en el Estadio Nacional de Jamor, esto tras el histórico logro que consiguió la escuadra lusitana al llegar a las semifinales del Mundial de Alemania 2006, 40 años después de haber alcanzado un éxito similar en Inglaterra 1966.

El seleccionador, el brasileño Luiz Felipe Scolari, fue recibido con un coro que gritaba sin parar "fica, fica" ("quédate, quédate"), mientras todos los jugadores recibíeron algunos banderas y otros bufandas con los colores nacionales.

En una breve ceremonia, Scolari dijo: "Sabemos que estamos en deuda con ustedes" y millares de personas comenzaron a gritar "Campeones, Campeones".

Entonces, surgió una frase del técnico brasileño que dejó la esperanza de que continúe al frente de la selección, cuando señaló que "en la próxima ocasión hay que traer el segundo, o el título del Mundial". Entonces, la ovación fue ensordecedora.

Scolari manifestó a los hinchas que se deben sentir "orgullosos" de la selección, "porque los jugadores dieron el máximo" y estamos entre los cuatro equipos mejores del mundo.

Al final de la ceremonia, preguntado por los periodistas, el entrenador brasileño señaló que su deseo es mantenerse al frente de la selección lusitana, pero eso "dependerá de las conversaciones" con el presidente de la Federación Portuguesa de Fútbol, Gilberto Madaíl.

En el acto también intervino brevemente Luis Figo, quien reconoció que durante toda la competición los jugadores sintieron "el apoyo y la confianza de todos los portugueses. Quiero agradecerles, a nombre de todos mis compañeros. Desgraciadamente, no conseguimos traerles el trofeo, pero hemos sentido el orgullo de toda la hinchada".

El avión que condujo hasta Lisboa a la selección portuguesa llegó al aeropuerto de Portela a las 13:15 hora local (08:15 de Chile y 12:15 GMT) y los bomberos formaron en la pista un bello arco iris con los colores rojos y verde, predominantes en la bandera lusa.

Los primeros que descendieron del avión fueron Scolari y Eusebio, quien fue uno de los jugadores decisivos, cuando Portugal consiguió el tercer lugar en el Mundial de 1966.

La caravana se dirigió hasta el estadio por autopistas de las afueras de la ciudad, pero seguidos por centenares de motos y autos de los aficionados.

Desde los viaductos colgaban inmensas banderas portuguesas y Lisboa respiró este domingo un aire triunfal, rindiendo tributo a su selección nacional. (EFE)