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Del enojo inicial a la Gloria Eterna: Nicolás Massú y su oro en los singles de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004

El tenista nacional, luego del maratónico triunfo en el dobles con Fernando González, apenas pudo descansar para disputar la final contra Mardy Fish.

Foto: Archivo Del enojo inicial a la Gloria Eterna: Nicolás Massú y su oro en los singles de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004

Nicolás Massú llegó a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 con una situación ambivalente, por un lado quedó como el décimo cabeza de serie del cuadro y hacía poco se había coronado bicampeón del mundo de tenis junto a Fernando González en Düsseldorf, pero la estadística sobre superficie de cemento, donde se disputarían los Juegos, era totalmente adversa, no había ganado partido alguno sobre ella en ese año.

Massú que es un deportista autoexigente, y muy competitivo, estaba consciente de esa situación y en la antesala del torneo olímpico había molestia con parte de la crítica de los medios.

Del enojo a la gloria eterna en Atenas

Antes del inicio de la competencia olímpica, en los entrenamientos, Massú, de forma muy respetuosa hizo ver su malestar a los medios que lo requirieron, lo que se tradujo para él en un acicate para demostrar que la gran temporada podía plasmarla con una medalla olímpica, y sus resultados adversos en cemento eran algo totalmente circunstancial.

Y como al Vampiro siempre los desafíos que lo persiguen son enormes, el debut no pudo ser más difícil, Gustavo Kuerten, exnúmero uno del planeta, podía marcar un derrotero que lo sacará rápido o que lo llevara a ganar en autoconfianza. La victoria 6-3, 5-7 y 6-4 hizo botar esa rabia acumulada. Aunque con lo medios sus respuestas monosilábicas denotaban que la molestia en él aún persistía.

En segunda ronda dio cuenta de Vincent Spadea de los Estados Unidos, y el martes  17 de agosto, en un reñido partido, se impuso al ruso Igor Andreev luego de tres sets. Y ese día ya volvió a ser el Massú de siempre, locuaz, de amplio análisis post partido, llano al diálogo. Y en cancha se notaba muy sólido.

Otro uno del mundo y a un paso de la victoria

Si en Atenas se quería lograr algo, debía ser en la línea de lo que históricamente representaba ese lugar, y tenía que ser con un carácter mítico. Con grandes tareas, como las encomendadas a Hércules. Massú lo supo y por eso en cuartos de final asumió el desafío de enfrentar otro jugador que había sido número uno, el español Carlos Moyá, y para derrotarlo tenía que ser con tintes de autoridad. 6-2 y 7-5 lo grafican claramente, con un passing que sacó una ovación.

En semifinales en paralelo jugaron Fernando González contra Mardy Fish, y Nicolás Massú ante Taylor Dent, encuentro donde el viñamarino demostró que estaba en un nivel difícil de contrarrestar y lo barrió finalmente en el segundo set. 7-6 (5) y 6-1 en una victoria que lo instaló en una final que pudo ser chilena, pero la lesión del tobillo en el Bombardero de la Reina, dejó un sinsabor enorme, que luego el propio González se encargaría de trasformar en un triunfo épico al ganar la medalla de bronce.

No hagan enojar al Nico

El 22 de agosto se convirtió en un día sagrado para el deporte olímpico chileno. Cerca de las tres de la madrugada Massú y González conquistaron un triunfo digno de la más grande de las epopeyas de la antigua Grecia frente a los alemanes Nicolás Kiefer y Reiner y Rainer Schüttler, a quienes les arrebataron cuatro puntos de partido, enrielaron el match y luego de más de tres horas de batalla le dieron a nuestro país la primera medalla dorada con su victoria en el dobles.

Hasta allí todo bien, pero todavía quedaba la disputa del oro en el singles. Y considerando el control de dopaje, la respectiva conferencia de prensa, regreso a la villa y recién a dormir, además de preparar el partido con Mardy Fish, Nicolás Massú esa jornada casi no durmió, lo que en el deporte de alto rendimiento juega en contra.

Pero Nicolás Massú no deseaba que esta histórica oportunidad se le escapara, y de entrada ganó el primer set por 6-3, para un largo encuentro al mejor de cinco. Aunque resultó lógico que tanto desgaste se hiciera notar, y el estadounidense se impuso en los siguientes 6-3 y 6-2. El Nico se animaba y quiso seguir dando batalla, estaba 1-0 arriba en el cuarto, pero en la resolución del segundo punto una pelota mala de Fish fue considerada buena y ello motivo una discusión con el juez de silla, que a la postre significó una inyección anímica, porque contra la adversidad también debió luchar Nicolás Massú.

Héroe Olímpico

Massú se volvió a encender, el cansancio que existía pasó a ser irrelevante en él. Se llevó el cuarto set por 6-3. Y el quinto se transformó en el capítulo final de una historia que terminaría con un vencedor  con ribetes gigantes.  Y si había alguien con el perfil de ello era nuestro tenista.

Hubo rompimientos sucesivos, para añadir más dramatismo, que finalmente se inclinó en el quinto juego cuando el Vampiro quedó 3-2 arriba, y luego de ello hubo vía expedita para quedarse con la victoria, la cual se concretó en casi cuatro horas,  6-3; 3-6; 2-6; 6-3 y 6-4, que lo tuvieron tendido en el piso festejando su triunfo, pero que de verdad lo elevaron al olimpo.

Y cerca de la medianoche de ese mismo 22 de agosto, donde ya había ganado el oro en la madrugada, se colgó la segunda presea dorada, en un día que no era para llorar, aunque puede ser entendible, claramente era para celebrar a nuestro héroe olímpico.