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La columna de José Arnaldo Pérez: ¡Anda a caerte!

Revisa la opinión del periodista en torno a los hechos polideportivos del fin de semana.

La columna de José Arnaldo Pérez: ¡Anda a caerte!

Por José Arnaldo Pérez, @Chascaperez

Los padres siempre tienden a educar de múltiples formas, y una de ellas es la advertencia típica cuando se intenta hacer algo relativamente riesgoso, subirse en los sillones para saltar, trepar un árbol muy alto, hacer equilibrio en los muros, realizar piruetas con la patineta o la bicicleta. ¡Anda caerte! Y lo dicen porque saben del peligro aparejado a esos actos, porque ellos también los vivieron, y sufrieron. Pero la adrenalina y el gusto por lograr objetivos más allá de lo tradicional invitan a aceptar los autodesafíos.

El deporte siempre lleva aparejadas las lesiones, porque como muy bien corrige el gran kinesiólogo Cristian Palacios, el ejercicio es salud, pero el deporte lesiona, ya que superar los límites produce desgarros, roturas, traumatismos, y otras situaciones dolorosas. Pero la porfía de superarse puede más.

Valparaíso Cerro Abajo cada año crece en seguidores, y sube el nivel de la competencia. Un evento que nos pone en la mira de los aficionados al descenso en bicicleta. Donde encontramos aquellos que desoyeron a sus padres, ya que las caídas son más que cotidianas, tanto en novatos como en los más avezados. En esta edición el actual monarca, el checo Tomas Slavik, no pudo revalidar su corona y una caída le privó de concluir el trayecto de 12,9 kilómetros del Cerro Cárcel.

El chileno Pedro Ferreira, que ya había derrotado en Taxco, México, al checo Slavik por fin pudo levantar el cetro en nuestro país, ya que además de tierras aztecas también se había impuesto en otras latitudes. Y su triunfo fue de alta exigencia y muy ajustado, ya que superó por poco menos de medio segundo al también chileno Felipe Agurto. 468 milésimas para ser exacto. En un podio que completó el alemán Johannes Fischbach.

Los veinte mil concurrentes que estimó la organización, son aquellos que escucharon a sus padres y evitaron correr los riesgos de caerse, o tal vez son los que aplauden a los que se atreven y se ven representados en ellos. Incluso en los que ante el inminente peligro se las ingenian para evadir consecuencias adversas. Una de las imágenes que cobró alta aceptación fue la de Bernardo Cruz, que pese a desestabilizarse y en vías de un porrazo monumental soltó la bicicleta y se aferró a un poste, cual danza del caño, saliendo airoso y levantando los brazos, frente a una ovación cerrada que le premió al igual que hubiera ganado. El "anda a caerte" debió escucharlo muchas veces, pero su porfía le ayudó a que el instinto se desarrollará al igual que los reflejos.

La porfía no es sólo negativa, o por el simple hecho de desobedecer, ya que aquel que vence temores y límites, que corre riesgos, es el que de seguro estará más cerca de la victoria. Por tal motivo no es curioso que los deportes extremos cobren cada vez más adeptos, que fanatizados en más de alguna disciplina sienten libertad, locura y satisfacción.

Pero así como se celebra, también se lamenta. Ya que quien sufrió una dura caída fue el esquiador nacional Henrik Von Appen, en pleno Mundial en la localidad sueca de Åre en medio de la prueba de descenso combinada. El hielo le jugó en contra en la pista, justo en un torneo donde había alcanzado el mejor resultado de su carrera ya que en el descenso se situó en la vigésimo cuarta ubicación, a menos de dos segundos del ganador, el noruego Kjetil Jansrud.

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Pero esta caída no le amilanará, porque para quien fuera nuestro abanderado en los Juegos Olímpicos de Pyeongchang, está latente el recuerdo que antes de ese evento había sufrido un accidente compitiendo en Italia. Mismo que no le arredró... Como de seguro no lo hicieron en él, y en tantos otros, las advertencias de sus padres, que siguieron adelante a pesar de las caídas.