Novak Djokovic (1º de la ATP) está sintiendo desde hace un tiempo el peso de una larga carrera, y  sus adversarios no le resultan tan fáciles como antes. La tarea de revalidar su corona en Roland Garros por lo mismo se le presentó como una labor muy difícil, pero él se las ingenia para sacar adelante cada desafío.

En tercera ronda su adversario era el italiano Lorenzo Musetti (30º), que en el papel ya se sabía que sería muy duro para Nole, ya que es uno de los mejores jugadores en la arcilla.

Novok Djokovic estaba obligado a un triunfo épico

Nole debió trabajar mucho para quedarse con el primer set por 7-5. Se le notaba cansado y sin chispa, aunque sacó la mínima ventaja que le permitió llevarse este capítulo.

El segundo set siguió muy equiparado, y sólo el tie break pudo resolver al ganador. Musseti se quedó con el desempate por 8-6 y eso le dio un impulso para conquistar 6-2 el tercer set. Cuando más mal se vio a Djokovic.

Al serbio no le quedó otra alternativa, remontar y llevarse una victoria épica, llena de lucha, o sucumbir, quedar eliminado y de paso perder el número uno del mundo.

Djokovic sigue agigantando su leyenda

Y como ha sido a lo largo de su carrera, Djokovic tomó el desafío, logró quebrar y se llevó el cuarto set por 6-3. Le quedaba el último escollo, y tanto para él como para Musetti sería el todo o nada.

En la quinta manga el actual número uno del mundo demostró porque es el tenista que más Grand Slams ha ganado en la historia. Le metió un 6-0 a Musetti para quedarse con la victoria por 7-5; 6-7 (6); 2-6; 6-3 y 6-0 en cuatro horas y 28 minutos, que lo sitúan en los octavos de final donde enfrentará al argentino Francisco Cerundolo (23º), pero cuando eran las tres de la mañana con seis minutos en Francia, eso quedaba muy lejano, porque lo relevante era que Novak Djokovic volvió a escribir una nueva página triunfal  que agiganta su leyenda.