Zlatko Dalic, el técnico que conduce a Croacia en la Copa del Mundo, nació en Livno, Bosnia, lo que es todo un contrasentido para la generación de jugadores que dirige, muchos de los cuales sufrieron los rigores y la violenta crueldad de la Guerra de los Balcanes, donde las familias y los territorios quedaron en medio de las balas.

Dalic, de 51 años e hijo de padres croatas, fue un centrocampista defensivo que nunca llegó a jugar con la selección yugoslava. Ni la serbia. Ni la croata.

Después de un discreto paso por clubes menores, se retiró el 2000, cuando su país aún intentaba recuperarse después del sangriento conflicto, y cinco años después inició su carrera como entrenador en el Varteks Varazdin croata. Después pasó por Albania, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos antes de recibir la sorpresiva llamada de Davor Suker para reemplazar a Ante Cacic, en octubre de 2017.

Tomó el puesto en la última fecha de la fase de grupos: le ganó 2-0 a Ucrania como visita y aseguró el paso al repechaje. La victoria en Kiev y vencer en el repesca a Grecia le dieron crédito al entrenador. Hasta el momento, lleva 8 triunfos, un empate y dos derrotas, contando amistosos y oficiales.

Expulsó a Kalinic en medio del mundial, porque el jugador no quiso entrar en los últimos cinco minutos del partido contra Nigeria, lo que le valió el respeto del resto del plantel, que hasta entonces lo veían como un técnico súper religioso, que dirige con un rosario en el bolsillo y que acostumbra a utilizar metáforas místicas en sus conferencias y charlas. Y en las dos definiciones a penales que ha sufrido se le ve en el banco, lejos del resto, orando.