Arquero que sufrió peor goleada de los Mundiales: Hasta me ametrallaron, temí por mi vida
El salvadoreño Ricardo Guevara Mora conversó con los Hijos de Putin.
El país centroamericano se encontraba en guerra civil cuando se dio el 10-1 ante Hungría.
Ricardo Guevara Mora, arquero de la selección de El Salvador que en España 1982 sufrió la peor goleada de la historia de los Mundiales con el 10-1 que les propinó Hungría en la fase de grupos, contó a los Hijos de Putin de Radio Cooperativa los desagradables momentos que le tocó vivir en un país que se encontraba en guerra civil.
"Lo que pasó fue que no conocíamos mucho al rival, salimos a atacar y no concretamos las oportunidades y ellos en 20 minutos nos convirtieron tres veces. Después nivelamos todo el primer tiempo, y ya en el segundo lapso y desde que pudimos anotar nos encontraron de contraataque cada vez que íbamos en busca de otro gol", recordó sobre el encuentro jugado el 15 de junio del '82.
"Nosotros no llegamos al anti-fútbol, seguimos buscando lo nuestro sin intentar dañar al contrario con la inocencia de no valorar lo que podía acontecer. Entonces vinieron muchos críticos y muchas cosas que al final de cuentas, cuando fueron los otros partidos contra Bélgica y Argentina, tuvimos otro tipo de presentación que hizo más digno el marcador", agregó.
En cuanto a las consecuencias de aquel partido, Guevara apuntó: "A raíz de comentarios del presidente de la Federación, cayeron muchas críticas sobre mí. Sufrí muchas agresiones verbales y físicas, un día estacionando el auto me ametrallaron. Así fueron pasando las cosas en un país en guerra y con la prensa tratando de culpar a gente, sí temíamos por la vida. A compañeros que hicieron comentarios, desde la Federación se prohibió que se les contratara para que no volvieran a tocar un balón en el país".
El ex meta también contó que "antes del Mundial estaba la intención del Real Madrid de Castilla, a su vez también Inter de Milán viajó para hacer una propuesta, pero nuestra dirigencia estaba buscando lucrar por los traspasos, así que se negoció con el presidente de la Federación que no quiso transferir a nadie antes del Mundial porque pensaba que sacaría más dinero".
Por su parte, aseguró que "nos tocó jugar mucho fuera del país y clasificar afuera porque nadie quería venir a jugar a El Salvador por la guerra que estaba en proceso. Era un equipo muy valiente, un grupo de muchachos que cruzaba balaceras y enfrentamientos solo para ir entrenar".
"Nunca recibimos premios para llegar donde íbamos, ni un uniforme de parte de la Federación. Recién después de 36 años se valora ese esfuerzo, ese sentir del equipo y cuerpo técnico por nuestra gente", añadió.
Finalmente, confesó que participar en el aquel Mundial igual les dejó como saldo positivo el haber podido frenar por unos días una guerra civil que mantuvo el caos en el país entre 1980 y 1992.
"Si fue una historia terrible, pero fue una de las páginas más alegres de nuestra patria porque el fútbol era lo único que daba alegría y en el proceso de clasificación nuestra gente detuvo el conflicto por tres días para celebrar, dejaron de matarse y se abrazaron. Esa es la parte alegre que atesoramos", cerró.