Alexis Sánchez se consagró el sábado campeón de la Copa FA, el torneo de fútbol más antiguo del mundo. Lo hizo por segunda vez, igualando el récord de otro compatriota, Jorge Robledo, quien lo conquistó defendiendo la camiseta de Newcastle.

La final de la Copa se juega, por tradición, en Wembley, un estadio que nos resulta siempre amigable. Dos chilenos han dado la vuelta olímpica allí, y la selección chilena está invicta y con un registro increíblemente favorable en esos pastos.

En el antiguo Wembley, cuando Robledo marcó su gol histórico frente al Arsenal, un niño de 11 años llamado John Lennon registró la imagen publicada por los periódicos en 1952 y la dibujó. Muchos años después, cuando puso el dibujo en la portada de su albúm Wall & Bridges no presentía que inmortalizaba al iquiqueño para siempre.

La selección chilena ha jugado tres veces en Wembley y empató un partido y ganó dos. En 1989, con el Cóndor Rojas y Fernando Astengo, se defendió a muerte, hizo tiempo, cruzó pocas veces la mitad de la cancha y se fue entre críticas. Poco después ese mismo equipo fue sancionado por el Condorazo, quedándose sin participar en dos mundiales consecutivos.

En 1998 ganó dos a cero, con un golazo de Marcelo Salas que está en la galería de los más importantes de nuestra historia. Y poco antes del Mundial, ya en el nuevo estadio, Alexis Sánchez hizo dos para batir a los ingleses en una jornada histórica.

Pero el detalle que más une a Chile con la catedral del fútbol es más bien desconocido, aunque increíble. Las puertas del recinto fueron construidas en 1963. Miden cinco metros de ancho y pesan más de una tonelada. Durante casi un siglo vieron pasar a miles de hinchas británicos en finales y partidos de la selección, incluida una Copa del Mundo.

En el 2011, cuando el recinto fue reconstruido, las puertas salieron a remate y las compró Jorge Yarur Bascuñán, el propietario del Museo de la Moda de Vitacura, quien las tuvo en exhibición durante un tiempo. Actualmente las puertas de Wembley están en una bodega, prontas a cumplir 100 años, con la certeza de haber dejado pasar mucha historia, pero no haber vivido el momento dorado de nuestro Alexis, el dueño del nuevo Wembley.