La ex atleta nacional Erika Olivera reveló detalles de la dura infancia de abusos que tuvo que vivir, asegurando que el deporte fue una vía de escape a la pobreza y los vejámenes que le tocó padecer de parte de su padrastro.

"El atletismo fue una vía de escape. A mi me gustaba tener la casa bonita, cuando empecé a ganar premios corriendo siempre lo compartí con mi familia", advirtió la deportista que hace algunos meses reveló los abusos sexuales que recibió en su juventud.

"Lo único que tenía claro desde chica era que quería salir de donde estaba. Llegué a ser maratonista porque se creó en mí una gran capacidad para sobrellevar el dolor. Eso lo pude plasmar como deportistas", agregó en el programa El Cubo de Chilevisión.

Además, advirtió que "la situación económica era bastante compleja, conocimos de cerca lo que era pasar hambre. Para mí era normal salir a la calle y vender lo que fuera, no lo vi como una responsabilidad".

Sobre la determinación de contar su verdad, aseguró sentirse "muy tranquila. Fue un año muy duro, de muchas emociones, pero tras estos cinco meses me he apoyado mucho en mis hijos y mi marido que han sido un respaldo muy especial".

Olivera, aseguró también que su padrastro "no merece nada, ni siquiera que sienta rabia. Es una mierda de persona y no tengo por qué mirarlo. Hacerlo público fue mi manera de hacer justicia".

"Me da orgullo saber que esa niña de 12 años fue capaz de ser más fuerte que todos ellos y darle la vuelta la mano a esos que decían que nunca podría salir adelante o ser mamá", complementó.

Sobre la posibilidad de ser abanderada chilena en los últimos Juegos Olímpicos, advirtió que "en ese momento para mi habían muchas emociones, pero bonitas. Venían a mi memoria muchos recuerdos desde mis inicios como deportista. Gracias al público chileno pude vivir el sueño de llevar esa bandera. Un momento para agradecerle a la vida".