Llegó el momento de decir basta. Por respeto, principalmente. Llegó el momento que los árbitros se hagan respetar. No lo hizo Enrique Osses cuando Julio Barroso dio a entender que su cometido dejaba que desear, ni tampoco lo hacen los jueces a quienes se les acusa de "robar".

Tampoco lo hacen los dirigentes, ni los clubes a los cuales se les tilda de ser "favorecidos".

Que Colo Colo ganó a Huachipato merced a un error arbitral es cierto. Que Julio Bascuñán se equivocó haciendo caso al comentario de su asistente, quien vio penal, también es cierto. Pero de ahí a ver segundas intenciones, es injusto para quienes están llamados a ejercer la justicia en el campo de juego.

Los árbitros se pueden equivocar, como todos. De hecho cuando un equipo pierde, sobre todo sus hinchas, se acuerdan antes del juez, que de sus delanteros que fallaron varias ocasiones de gol. Siempre es más fácil echarle la culpa a otro. Pero si acaso el réferi te favorece con un error se callan los infames. Se les "corta Internet". O bien comentan que "todos podemos fallar".

Todo lo contrario cuando juega el archirrival. Si los cobros favorecen a ese cuadro… "los ayudan siempre". Y si los cobros desfavorecen a ese club… "todos podemos fallar". O sea, al revés.

Lo que provocan las redes sociales a veces aburre. En la semana el mismo Jorge Sampaoli en entrevista con Al Aire Libre comentó: "Las redes no son sociales, son antisociales". Y tiene razón, cualquier tipo con internet tiene la chance de tirar "mierda" a quien se le plazca y opinar las peores cosas. Nadie castiga. En España ya se han ido a juicios sujetos que hacen comentarios racistas o faltando el respeto a quien sea. Llegó la hora de tomar las decisiones correctas en Chile.

En el caso de los jugadores, el llamado es a no tener memoria selectiva. Porque cuando los cobros los perjudican, hay una crítica el momento del arbitraje en Chile. Y cuando los favorecen, no se escucha lo mismo. Y ambos fueron errores.

Vale ser consciente de esto más que nunca esta semana, cuando estamos a cinco días de un nuevo superclásico del fútbol chileno y donde cada falla arbitral es un drama de color blanco o azul.