Las comparaciones jamás han caído bien en los futbolistas. Y menos si con el que se compara es más joven.

El problema de este equipo que está en la Copa América es precisamente de carnet identidad, de ADN, como hemos dicho otras veces. Es todo tan flexible, tan variable, tan poco definido, que la imagen de esta selección termina irremediablemente desdibujándose.

En este período, donde la condicionante, extrañamente, la han puesto los jugadores talentosos, el dibujo táctico es muy difuso. Y pareciera que "el calvo estratega" queda expuesto a una sobrepoblación que le desacomoda. Mark González, por ejemplo, es un lateral- carrilero- volante que más genera más problemas en el cuadro propio que en el ajeno, porque sencillamente no le han dado posición definida. Ayer, cuando el empate estaba cerca, fue por esa brecha donde se nos metió Robinho para desarmarnos.

Ser goleado por tercera vez consecutiva por los brasileños es, por cierto, una humillación sin nombre. Y refleja una realidad. Pero es absurdo no aprender de los errores, no tener cultura táctica y, sobre todo, ir en contra de los dictados de la lógica. En el mismo cuerpo técnico, se los dije, pensaban que si no se podía ganar ni empatar, había que apostar a una derrota por la mínima, para dejar abierta la posibilidad de clasificar como mejor tercero.

La implacable lógica matemática de nuestras selecciones en el último tiempo, tan sagradamente apegadas a la calculadora. Pero bastó que Suazo y Valdivia tuvieran una opción para que se nos viniera abajo el tramado ofensivo por efecto engolosinamiento.

Valdivia no podía jugar todo el partido. Estaba lesionado y muy parado. Vargas en despoblado sufre el mismo problema de cualquier central del fútbol chileno: no corta adecuadamente.

El tema es que Vargas, Fuentes y Contreras no juegan en Chile, por lo que su aporte debería ser mayor en el mano a mano, aunque al frente haya brasileños.

Hugo Sánchez ya anunció que el partido del miércoles lo jugará con suplentes y no sabemos si eso ayuda o no. Lo que es un hecho es que el plantel necesita terapia urgente, porque al margen de los problemas de su propia identidad, ahora se agrega el factor comparativo, que todos sabíamos que podría darse. No hay nada como no reconocerse y, más aún, que te veas en el espejo del frente.