El mar fue el gran símbolo que resaltó la ceremonia de apertura de la Eurocopa de Portugal 2004, que se realizó en la antesala del duelo entre el cuadro anfitrión y Grecia, válido por el Grupo A, en el Estadio de Dragón de Oporto.

Durante unos minutos la cancha del recinto deportivo se convirtió en un océano, con peces y olas incluidas, que fueron surcadas por una carabela, que capitaneada por los portugueses descubrió hace más de 500 años, nuevos mundos.

De fondo se oía la banda sonora compuesta por Renato Junior para la ocasión e interpretada por la Orquesta Gulbelkian, mientras que en las gradas los 60 mil asistentes ondeaban incansablemente unos pompones azules y platas que intentaban ampliar el efecto marino.

Después, el azul del océano se convirtió en un mar de colores con las banderas de las 16 selecciones que llegaron hasta esta fase final, siempre vigiladas desde el centro del campo por la carabela que convirtió hace cinco siglos a Portugal en una de las potencias mundiales de la época.

"Quinas", la mascota de esta Eurocopa, despidió a las banderas y recibió a 100 niños de una institución benéfica que portaban las banderas de todos los países y representaban la esperanza en el futuro y la pluralidad de las razas y naciones del "Viejo Mundo".

Después de todo ese simbolismo cultural e histórico llegó el turno del fútbol. Poco a poco se fue construyendo en el campo el logotipo de la Eurocopa de Portugal, el balón dentro de un corazón, que simbolizan la pasión por ese deporte y de los siete puntos que lo bordeaban salieron hacia el cielo cientos de globos de colores.

Cuando las lonas se fueron retirando del campo, el grito que salió de las gradas fue el de Portugal, mientras el presidente de la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA), el sueco Lennart Johansson, dio el mensaje de bienvenida. (EFE)