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Carreras de pescadores artesanales: los humildes orígenes de una regata con historia

Antes de que este magno evento náutico derivara en la actual Regata de Chiloé, en este lugar del mundo se disputaba una competencia mucho más antigua y menos sofisticada.

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Por Sebastián Vega, enviado especial a Chiloé

 

Fin de la única etapa en competencia. Realmente no importa quién ganó, pues no hay nada en juego entre pares, ni siquiera el honor. En esta ancestral carrera chilota más que el diseño de la nave o los tripulantes, es la celebración posterior la que une e integra a pescadores artesanales y sus familias.

 

Es la regata de Chiloé, pero la de antaño, la de la nostalgia. Aquella que enfrentaba a hombres de mar residentes en cada zona de la isla, arriba de sus barcos pequeños, frágiles, pero invencibles, altivos.

 

En la localidad de Achao, específicamente en la calle Serrano, a unas pocas cuadras de la hermosa Iglesia de la ciudad -monumento nacional por cierto-, tiene su bazar Rafael Arriagada, sexagenario lugareño de historias furtivas.

 

"Corrían barcos de todo Chiloé, llegaban de Ancud, Castro, Chonchi, Dalcahue y Achao. Era una fiesta familiar, aunque la competencia en sí misma era corrida por padres e hijos. Por supuesto que en esos años no había televisión", aclaró en referencia a los invasivos periodistas presentes en la regata 2008.

 

"Recuerdo que finalizada la carrera, el pueblo elegido para la celebración se paralizaba por completo. Asábamos corderos al palo y el vino se tomaba como agua", indicó desde su negocio que nos recuerda el Santiago de los años ochenta.

 

La hospitalidad sureña es reconocida en todo Chile, pero según el comerciante después del mítico duelo marítimo entre chilotes pescadores, ellos redescubrieron el concepto de "gozar".

 

"Duraba tres o cuatro días el 'convite', pero aparte de eso la competencia servía para integrar a las diferentes familias de la zona. Todos aprendíamos a querer el lugar donde vivíamos, valorábamos nuestras tradiciones, era muy lindo", terminó Arriagada con los ojos puestos en el horizonte.

 

Al alejarse del anciano afloraba la nostalgia, aunque la suave brisa del archipiélago recordó que son la alegría y las ganas de vivir las que siguen alumbrando esta noble tierra chilota. (Cooperativa.cl)