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Lo que el viento se llevó

Cuando se pensó que Fernando González ganaba nuevamente sin jugar bien, sus errores en el tie break del segundo set lo condenaron. El viento fue su peor pesadilla y ahora Tommy Robredo podría desplazarlo del quinto puesto del ranking ATP.

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Por Rodrigo Hernández desde Miami

 

Si el partido entre un "top cinco" y un 60 del mundo está 4-2, 40-0 y luego 6-2 en el tie break a favor del primero, uno tendería a pensar que el jugador de mejor ranking se quedó con el set, sobre todo, si de ese capítulo dependía su continuidad en el torneo. Sería lo normal, lo esperable de un jugador que, precisamente, construyó su ubicación gracias a este tipo de definiciones.

 

Sin embargo, Fernando González lo dejó escapar ante el francés Paul Henri Mathieu y con ello su expectativa de avanzar en el cuadro de uno de sus torneos favoritos. A diferencia del partido con Thomas Johansson donde levantó un 4-5 y saque del ex campeón de Australia, está vez no pudo ganar la pelota que lo llevaba al tercer parcial, en el que todas las fichas se volcaban a su favor.

 

Fue extraño, como si los roles estuvieran invertidos. Mathieu, que venía con la confianza a tope luego de aplastar al belga Kristoff Vliegen en el debut y eliminar a Jurgen Melzer en segunda ronda, jugó bajo presión casi sin inmutarse y se mantuvo firme en su estrategia de arriesgar lo justo. Sabía que Fernando estaba sin confianza, cortando en exceso el revés y pegándole al drive con extrema cautela. Así, normalmente, el que terminaba fallando era el chileno.

 

El "bombardero" no le encontró jamás la vuelta al primer set. Y el viento lo tenía descompensado. Le quebraron una vez y bastó para perder 6-3. No le salía nada, cada revés que iba sin slice era una lotería y sus derechos funcionaban con irritable intermitencia. "Si no le pegaba con revés cortado no la metía ni con la mano", nos diría luego el número uno de Chile riéndose de sus propia mala suerte.

 

Si González dominó el segundo capítulo y tuvo cuatro puntos de set fue porque después de desahogarse y hacer añicos una de sus raquetas, se esmeró en mantener la concentración. Siguió peleado con el viento y sin sentir la bola, pero concentró todos sus esfuerzos en cambiar el rumbo del partido. Y estuvo a un punto de conseguirlo. "Por eso me frustra esta derrota, porque tuve muchas oportunidades para darle un giro al partido. Pensé que podía ganar sin jugar bien, venía ganando partidos así, pero esto diferencia a los buenos jugadores de los grandes jugadores", disparó con feroz autocrítica.

 

Es cierto, dejó pasar una gran oportunidad, sumó su segundo Masters Series sin una actuación relevante y Tommy Robredo podría desplazarlo del quinto puesto, pero su campaña en el tercer trimestre de 2006 y su final en Australia le mantiene el crédito abierto. No tiene por qué ser tan duro consigo mismo. En tres semanas más empieza la temporada europea de arcilla y se vienen nuevos desafíos. Así como la confianza se va, también se recupera y no cabe duda que vendrán tiempos mejores.

 

La prensa del circuito postula teorías sobre el rendimiento de González en los dos primeros Masters Series del año y no pocos especialistas creen que se siente presionado por demostrar que su final en Australia no fue producto de la casualidad.

 

El, sin embargo, aclara enfático: "Quizá es algo que influye en el resto, porque te miran con más respeto y los que están más atrás quieren ganar, pero a mí no me incide, tal vez lo único diferente es que la prensa y mucha gente quiere saber más cosas de ti, eso complica un poco".

 

Con todo, González se quedará unos días en Miami y después volará a Chile para permanecer otros tantos en casa. Ahí volverá a empuñar la raqueta y la segunda semana de abril viajará a Montecarlo donde el año pasado alcanzó las semifinales. Veremos cómo responde en arcilla bajo su nuevo estatus.