Dos chilenos alcanzaron cumbre en la montaña más peligrosa del mundo
El monte Annapurna tiene una alta tasa de mortalidad entre quienes la desafían.
El pasado jueves 11 de mayo fue un día histórico para el alpinismo chileno puesto que los nacionales Sebastián Rojas y Juan Pablo Mohr alcanzaron la cumbre del Monte Annapurna (8.098 metros sobre el nivel del mar), el pico más peligroso del mundo, debido a la alta mortalidad entre quienes lo escalan.
Cinco días antes, y luego de estar durante un mes enfrentándose al difícil clima de una de las montañas más altas de Nepal, Mohr y Rojas subieron directo al campamento N°2 (5.700 metros sobre el nivel del mar) en conjunto a un equipo italiano y español, compuesto por Alberto Zerain, Nives Meroi, Romano Benet y Jonatan García.
Al día siguiente salieron a las 5:30 AM de dicho campamento en dirección a la cima. Aquí nuevamente debieron confrontar las bajas temperaturas de Annapurna, y si bien los chilenos se separaron de los deportistas europeos, todos volvieron a juntarse en el campamento N°4, donde durmieron por última vez ante de comenzar el asalto a la cumbre.
A eso de las 10:30 AM del 11 de mayo y después de meses de preparación, comenzaban a llegar las primeras personas del equipo a la anhelada cumbre. "En primer lugar llegó Romano, Juan Pablo y Nieves, luego yo y finalmente Alberto con Jonatan: todo el equipo. Sacamos muchas fotos, vídeos del alucinante paisaje que teníamos desde la cumbre. Nos felicitamos, nos abrazamos y lloramos. Para nosotros con Jonatan era nuestra primera vez en una montaña de 8000 metros", comentó Rojas.
Luego de eso, comenzó la travesía del descenso, la cual a veces puede aún ser más peligrosa. En esta ocasión, los deportistas tuvieron la suerte de tener un clima apto para bajar en la mayoría de los trayectos.
Sin embargo, esto no significó que estuviera exenta de problemas. "En un momento debido a la poca visibilidad perdimos la línea y tuvimos que realizar muchos rapeles improvisados", narra Rojas.
Finalmente, la cordada de 6 personas llegó sin mayores problemas al campamento base, donde los deportistas volvieron a abrazarse y a contemplar el logro que aún los emociona.