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La columna de Pelotazo: La primera vez nunca se olvida

La obtención de la Copa America es sin duda la gran alegría del año, y quizás, de la historia del fútbol chileno. Sobre todo por lo que vino después.

Foto: Agencia Uno La columna de Pelotazo: La primera vez nunca se olvida

La obtención de la Copa America es sin duda la gran alegría del año, y quizás, de la historia del fútbol chileno. Sobre todo por lo que vino después.

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El 4 de julio es el día de la Independencia de Estados Unidos y desde este 2015 es el día de la Independencia del fútbol chileno. Dicen que no hay mal que dure cien años, y bueno, la Roja demoró 99 en ganar la Copa América.

Chile nunca había ganado una definición por penales en su historia y lo hizo ante Argentina. Era el día, quedó claro. Sobre todo cuando quedaban 15 segundos para que la final se fuera al alargue y Gonzalo Higuaín estuvo a punto de anotar el gol agónico para acabar con la ilusión chilena.

Esa jugada, esa sola jugada, de concretarse, era la portada del libro del fútbol chileno en sus jornadas tristes... y repetidas. A nivel de clubes era empujón a Adolfo Nef en la final de definición de la Libertadores 1973 o el gol de Cleiton Xavier en la Libertadores 2009. Era la muralla de semifinales que tiene Universidad de Chile en el mismo torneo. La goleada de Sao Paulo a la UC en 1993 o el gol de Estoyanoff en 2011. Y así, podría terminar mañana.

A nivel selección la farra de Higuaín (no la de los penales) era la semifinal de Chile 1962, de Sydney 2000, o de Canadá 2007. La final de Copa América de 1979 o la de 1987. Y los últimos dos capítulos del libro estaban frescos: la eliminación con Venezuela de la Copa América 2011 y el palo de Mauricio Pinilla. Si nos ponemos a contar, antes de terminar, nos ponemos a llorar.

Sin embargo, la pelota no entró y se escuchó a muchos en el Estadio Nacional: "Es la suerte del campeón". Una frase que en 99 años nunca se escuchó porque era una mala broma. Cómo Chile iba a tener "esa suerte", si nunca peleó nada, si siempre "arrugó" en semifinales. La tanda de penales no fue sólo contra Argentina, fue contra la historia.

Por eso cada penal fue una especie de exorcismo. El de Matías Fernández, maravilloso. Fuerte, al ángulo. El de Vidal, sufrido. La tocó Romero, pero entró. En otra ocasión era atajada segura. El de Higuaín, gracias. El de Charles Aránguiz, preciso. Fuerte, abajo. El de Banega, sólido Claudio Bravo. El capitán que tuvo un 2015 inolvidable. Y el de Alexis Sánchez, mágico. Un pueblo entero sin uñas, con un nudo en la garganta y el Niño Maravilla la picó. Sí, la picó. Con una mochila de años de frustraciones fue capaz de hacer eso. Cuánta valentía para tomar esa decisión, pero hubo que ser valiente para aburrirse de fracasos y salir a cazar ratones a "pata pelá". Lo hizo el tocopillano y nuestro eterno agradecimiento.

Tengo un amigo hincha de O'Higgins que escuchó a un fanático celeste hace dos años, decir antes de morir: "Me voy a ir sin ver a mi equipo campeón de Chile, ni a la Roja campeón de América". Quizás a un forofo de Cobresal le pasó lo mismo. Cuántos chilenos representados en ese hombre. Mi abuelo y probablemente el tuyo, que lees esto, se fueron con un sueño sin cumplir. Pero lo más lindo, es que lo vieron desde el cielo junto a tantos compatriotas que tuvieron su propia fiesta en la eternidad.

Por lo pronto, acá los terrenales seguimos festejando. Eternamente.