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"Que no panda el cúnico"

Creo que el debate saludable ahora es tirar sobre la mesa las opciones del nuevo técnico. Debatirlas abiertamente. Yo creo que tiene que ser argentino y punto.

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Por Aldo Schiappacasse desde Venezuela.

 

Argentina es el mejor equipo que he visto en años. Para mí, con holgura, el mejor de la Copa América. Mezcla con armonía las pausas demoledoras de Riquelme con el vértigo imparable de Messi. El México de Hugo Sánchez, un cuadro ordenado, disciplinado e increíblemente eficiente se desmoronó sin pudores ante el ejercicio estilístico de los del Coco.

 

A propósito de Basile, el tipo es un ídolo, al que el doping de Maradona en Estados Unidos retrasó una consagración que merecía con creces. De voz ronca e ideas claras, su palabra favorita es "desdramatizar". Les habla a los periodistas con una mezcla de sabiduría yoda y espiritualidad zen, y los argentinos -una pléyade interminable de treintañeros taquilla que son el modelo a seguir por los estudiantes en práctica chilenos- han debido rendirse a este estilo tan increíblemente opuesto al de Marcelo Bielsa, un obsesivo hasta para las conferencias de prensa, que solían duran como cuatro horas.

 

Bielsa, el tipo suena para la selección chilena y siempre he creído, desde una entrevista que le hice cuando dirigía a Newell's, que es el gallo indicado para dirigir en Chile. Esa vez se mostraba interesado por entrenar a Universidad Católica, porque consideraba que las condiciones de vida eran mejores en Santiago que en Buenos Aires (seguramente fue en verano y en esa época no había Transantiago). Tras renunciar a la selección se convirtió en una suerte de ermitaño sobre el cual se tejen diversos mitos. No estoy en capacidad de dimensionar su estado de locura real, pero no perdemos nada preguntando.

 

Dicho todo esto, en la mañana en que hago la maleta en Puerto Ordaz para irme a Maracaibo, creo que el debate saludable ahora es tirar sobre la mesa las opciones del nuevo técnico. Debatirlas abiertamente. Yo creo que tiene que ser argentino y punto. ¿Carlitos Bianchi -mi amigo personal- será muy caro? Miguel Angel Russo siempre sonaba y no se concretaba, y ahora debe haber subido su caché tras la última Copa Libertadores.

 

Claudio Borghi es, por sobre todas las cosas, un gran tipo. Relajado casi siempre, observador agudo, de un humor que parece una sanación en medio del mundo del fútbol. Cuando dirigió al Audax fue increíble. Le entregaron un grupo de pataduras que venía de trabajar con el Clavito Godoy y que con suerte le pegaban de puntete y a la tribuna. Al poco rato, los verdes eran el equipo con mejor técnica del torneo. En Colo Colo ha tenido un mérito mayor: siempre divierte, entretiene y, además, gana.

 

Yo lo quiero a Borghi. Le presto películas que no me devuelve y muchas veces fumamos juntos en la cafetería del Stadio Italiano mientras esperábamos que nuestros hijos terminaran su inútil práctica de básquetbol. Para decirlo de una vez y sin más rodeos, no le deseo mal. Si llega a la selección enfrentará un mundo hostil, yermo, peligroso, por lo que mi primera recomendación sería que contratara un sicólogo. A razón de dos o tres sesiones por semana. La segunda es que no sea tan permeable al ambiente: no hay que estar atento a todo lo que se dice y a quién lo dice. No hay que dar todas las peleas y algunas conviene dejarlas pasar. El año pasado, en México, me confesó que no tenía ganas; ahora parece estar convencido. Si asume una sola cosa es cierta: nos vamos a entretener.

 

No hay ejercicio más lindo que elegir a un técnico. Cuando no lo pagamos nosotros, por cierto. Una cosa más, y se las digo al final no por vaca ni para amargarles el día, sino para apresurarles la definición. Debutamos el 13 de octubre, a eso de las 17:45, en el monumental de River. Frente a la Argentina de Basile, una máquina de triturar equipos. Que no panda el cúnico, pero vamos apurándonos que el trabajo es mucho.