La columna de Rodrigo Goldberg: Johnny a la pelea
Revisa la opinión de nuestro comentarista sobre las críticas del arquero de la U al trabajo en su institución.
Por Rodrigo Goldberg, @Polaco_Goldberg
Cada vez que Johnny Herrera se para frente a un micrófono la dirigencia de Azul Azul empieza a temblar. Se inclinan para poner el oído en la puerta mientras toman nota de sus dichos. Mal que mal en algún minuto se van a ver confrontados a sus declaraciones. Y es lógico. Herrera no es solamente un gran arquero. Es el último gran ídolo azul y se ha convertido en un político hábil. Sabe manejarse desde el silencio y también alzando la voz cuando algo le parece incorrecto. Muestra los dientes, pero también juega a la víctima cuando se trata de renovar un contrato. Se sabe querido, admirado y perdonado a priori.
Herrera sabe que en las circunstancias difíciles los hinchas estarán de su lado sin duda alguna y sin importar lo que pase jamás perderá su condición. Lo utiliza y le saca provecho porque está convencido además que Azul Azul también lo sabe y es un elemento dentro de cualquier negociación.
Muchas veces el problema con el capitán de la U no es lo que dice sino cómo lo dice y a quién apunta. De hecho, en muchas ocasiones, la forma termina siendo la noticia más que el fondo de sus declaraciones. Las de esta semana no fueron la excepción. Y mientras muchos quieren irse por el lado amarillento de la noticia quiero rescatar un aspecto fundamental de sus dichos y que habla del manejo de las divisiones inferiores donde tiene toda la razón.
Es llamativo que la U, siendo uno de los mayores captadores a nivel nacional, no produzca un mínimo de jugadores al año y que la impresionante inversión anual en cadetes (1,5 millones de dólares aproximadamente) sirva para poco. De la última camada apenas tres jugadores participan activamente en el plantel profesional. Yerko Leiva, Rodrigo Echeverría, Nicolas Guerra (que llegó siendo sub15 proveniente de Cobreloa).
La estadística que quieren mostrar en la concesionaria suma al propio Herrera, Henríquez y Seymour. Engañoso porque los dos primeros son de procesos antiguos y el rubio volante llegó proveniente de un reality donde fue reclutado desde su colegio.
Una institución como la U debiera tener la promoción de jugadores cómo algo lógico, natural. Pero no ocurre por varias razones. Una de ellas es la indecisión de mando. Se contrató hace unos años una dupla de españoles que venía dando una interesante identidad enfocada en el aprendizaje más que en los resultados. Lo importante, decía Edorta Murua, es que entiendan a qué juegan y cómo toman decisiones. Las peleas intestinas los llevaron a dejar el CDA y las inferiores quedaron en un limbo hasta la llegada de Miguel Ponce quien abandonó el cargo a menos de seis meses de su llegada. Hoy Esteban Valencia está (al parecer) a cargo de todo y no sólo los resultados son pobres. La promoción es escasa.
No sé ustedes, pero hasta el minuto no leo ninguna mentira en las palabras de Johnny Herrera. No soy un fanático de sus declaraciones, pero en esta le apunto medio a medio. Si lo retan, castigan o multan estarán en todo su derecho, más no van a borrar un realidad evidente y palpable.