La columna de José Arnaldo Pérez: Pasará a la Historia
Revisa la opinión del periodista de Al Aire Libre en Cooperativa en relación al Giro de Italia.
Por Por José Arnaldo Pérez, @ChascaPerez
Era la forma de celebrar la victoria en la antigua Roma. Las legiones escoltaban al general victorioso mientras el público exultante ovacionaba al triunfador. Si me permiten la analogía el pelotón de ciclistas del Giro de Italia pasó –como cada edición- por la denominada "Ciudad Eterna" como verdaderos guerreros que luego de 21 batallas, léase etapas, fue vitoreado, y allí al medio iba el héroe, Chris Froome, británico de nacionalidad, "africano" de nacimiento, como el apodo de Escipión, aquel que supo derrotar a quién parecía invencible. Y por eso pasó a la historia. Como lo hará Froome por conseguir en línea las tres más grandes pruebas del ciclismo (Tour de Francia, Vuelta a España y ahora el "Giro").
Lo de Froome tiene tintes épicos, porque cuando todos daban por seguro vencedor a su compatriota Simon Yates al comenzar la decimonovena etapa vino la arremetida del oriundo de Nairobi. Él sabía que no quedaba otra que atacar en la llegada a Bardonecchia. Y así fue. A 82 kilómetros de la meta escapó, luchó y pedaleó, en solitario. Trataron de seguirlo, pero no pudieron.
Richard Carapaz de Ecuador fue de los pocos que osó seguirle el ritmo y llegó segundo a tres minutos de distancia. ¿Y Yates? Terminó en el puesto 79 a casi 39 minutos de diferencia. Esa forma tan estrepitosa de caer y ceder una victoria que parecía inminente pasará a la historia.
En esa subida escapado y ovacionado Froome no iba sólo del todo, porque el público entendió que era de aquellos momentos de escribir páginas gloriosas y lo conminaban a que siguiera, lo empujaban en su anhelo de lograr la triple corona de las máximas pruebas pedaleras y codearse con leyendas como Eddy Merckx, Fausto Coppi, Jacques Anquetil o Bernard Hinault en la galería de los inmortales. Porque sabía que un triunfo haría que pasara a la historia.
Froome vivió una caída en Israel en el mismo día que el Giro daría el vamos en "Tierra Santa" a una competencia que por vez primera salía de Europa. Debió remontar desde atrás y soportar las críticas por su rendimiento donde se insinuó que no podría con esta carrera. Y también debió tolerar las gigantes dudas por el Salbutamol que aún pesan sobre él y que aún no está resuelto luego de la vuelta de España. Porque esa incertidumbre de dopaje le puede arrebatar la gloria que consiguió, igual como antes ya se encargó un símbolo positivo de destrozar las hazañas de Lance Armstrong. Y si las resoluciones se tornan adversas y se corrobora el consumo de sustancias ilícitas perderá lo que tanto le llenó de elogios, y en esa instancia, producto de esa trampa pasará a la Historia.
Para Tom Dumoulin el tiempo de espera será muy superior a los 46 segundos con que escoltó a Froome. Ya que el holandés que iba por el "bi" de rebote puede verse beneficiado si se comprueba el dopaje, allí recibirá por secretaría –y como corresponde- la Maglia Rosa de campeón, y por un intrincado triunfo pasará a la historia, ya que el último monarca consecutivo fue Miguel Induraín el '92 y '93.
Porque el inicio en Israel, los sueños de Yates por ser campeón y su estrepitosa forma de volver a la realidad, la espera para Dumoulin, y la ratificación o absolución del supuesto dopaje de Froome ya hicieron especial esta entrada a Roma, donde esa duda hizo recordar al esclavo que le decía al dueño del triunfo "recuerda que eres mortal", y se puede equivocar. Por eso, y sin dudas este Giro 101 pasará a la historia.