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La columna de José Arnaldo Pérez: Hay que sacar la Vuelta

Nuestro país cuenta con geografía importante para albergar un "tour" o "giro" clicista.

Foto: Archivo La columna de José Arnaldo Pérez: Hay que sacar la Vuelta
Llévatelo:

Para muchos es un sueño tener una vuelta ciclista como corresponde en nuestro país, que esté a la altura de las más grandes competencias del mundo. Geografía tenemos de sobra para hacerla, además de interesante, exigente al máximo con pruebas de montaña, frío y humedad de la zona sur, y la "puna" agobiante del desierto. Al menos, así siempre se pensó que debía ser el "tour" o "giro" en territorio criollo.

En 1976 gran parte de la población, in situ, por radio o televisión, se volcó a inquirir detalles y saber de los corredores en la primera edición de la Vuelta a Chile que, a raíz de la situación política que vivía el país, era una de las pocas caras bondadosas que teníamos para ofrecer al resto del mundo.

Con el paso del tiempo la mayoría hablaba de los "pedaleros" que durante dos semanas cada fin de año, en ese pelotón serpenteante, recorría merced al esfuerzo desde Puerto Montt a Santiago, con ida y vuelta incluida a Valparaíso. También los no tan allegados al ciclismo conocieron a los "escarabajos" colombianos, prácticamente imbatibles en la subida a Farellones. Y se comenzó a gestar un doble deseo: hacer crecer esta vuelta y que un chileno la ganara. Así fue como en 1983 el velódromo del Estadio Nacional repleto, y un país desbordado, celebró el primer título de uno de los nuestros: Roberto Muñoz. Fue como tocar el cielo. En ese instante sumarse al Tour de Francia o el Giro de Italia como uno de los grandes eventos parecía que se concretaría…

Se pensó en llevar etapas al norte, al desierto, incluso un prólogo en Isla de Pascua, pero la eterna inconsistencia y falta de apoyo hicieron que esta competencia desapareciera, volviera, cambiara de fecha, nuevamente se suspendiera, y así hasta perder seriedad. Aunque uno veía las carreteras y calles a lo largo del país, y nunca mermaron los ciclistas. Incluso amigos, conocidos y muchas personas se sumaban a la práctica amateur de esta disciplina. Pero nada. Se perdió una oportunidad histórica de tener un evento de jerarquía de forma permanente y aprovechar esa base de seguidores, los que tal cual como es un ciclista en la ruta, siguieron luchando y no desfallecieron para tener en casa un certamen reconocido. Los intentos fueron varios, aunque parece que al fin llegamos a uno que quiere hacer las cosas como corresponde, la Vuelta a Chiloé.

La competencia en la isla -que se disputa desde el 2014- viene a reemplazar la Vuelta a Chile en el calendario internacional, siendo una de las seis pruebas en Sudamérica que entrega puntos UCI. Además cuenta con el agregado que el próximo año comienzan las clasificaciones para los Juegos Olímpicos de Tokio del 2020 por lo que las unidades allí obtenidas serán un imán para varios que quieran decir presente en Japón. No obstante, desde la organización de la prueba hablan que más allá de lo positivo del logro deberán trabajar mucho para allegar los recursos y dar garantías de seguridad en la ruta. Y esa prueba sí que será un desafío a trabajar ya que en la presente edición del Tour de Francia han sido varios los incidentes y agresiones a los deportistas. Y si una prueba de esa naturaleza no lo ha podido garantizar, esta tarea debe ser cuidadosamente trabajada. Aunque si es por agresiones ligadas al deporte mejor nos quedamos callados de vergüenza, luego que esta semana una vez más se vivieran en nuestro país hechos lamentables con los disparos afuera del Centro Deportivo Azul. Y usted lee bien cuando hablo de guardar silencio, porque no se han escuchado aún opiniones de la directiva de la U sobre lo sucedido. Y de Estadio Seguro nunca más se supo. Allí de verdad están sacando la vuelta, y no nos referimos a la ciclista específicamente.

Volviendo a Chiloé es elogiable que ellos se la jueguen, que busquen dar cabida a este deporte que tanto apasiona, que integren a distintas localidades del archipiélago, que sumen a los tres primeros equipos del ranking para garantizar competitividad en estos 500 kilómetros que del 6 al 10 de marzo nos invitarán a poner la mirada en el sur. Invitación que ojalá acepten los que deben invertir y hacer duradero este evento. Mientras el resto seguimos soñando que una carrera extensa que recorra Chile vuelva a ser realidad, porque de verdad hay que sacar la vuelta.

Ah, y a propósito de vuelta larga, una lástima que aún no tengamos claridad por parte de Natalia Duco de la situación de dopaje positivo que arrojó en un control en abril y que la llevó a pedir una semana más de plazo. Fue ella quien dijo en sus redes sociales apenas se supo el tema que actuaría con transparencia. Es lo que todos esperamos, y no es por dudar de ella, ni menos acusarla. Al contrario, se quiere que gane la verdad. Acá no hay segundas vueltas.

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