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La columna de José Arnaldo Pérez: Días Dorados

El periodista de Al Aire Libre nos entrega su opinión sobre los Panamericanos y el acontecer deportivo.

La columna de José Arnaldo Pérez: Días Dorados

"Ganar no lo es todo, es lo único". Es un dicho con que se intenta educar a los deportistas de lo relevante de obtener la victoria, pero estas palabras no pueden estar más cargadas de soberbia y egoísmo, algo tan alejado del deporte mismo.

El fin es el triunfo, de eso no hay dudas, para eso se trabaja, se entrena, se sacrifica y se pasan las más increíbles "pellejerías", pero si no se logra, no se le puede decir a ese deportista que lo suyo fue un fiasco.

El camino que se recorre para ganar merece el mayor de los elogios, mismos como la victoria. No en vano los que marcaron épocas no siempre fueron los vencedores. Ahora bien, si luego de ese largo recorrido se concreta el sueño dorado, allí la alegría es generalizada.

Aquellos que despertaron la ilusión, que generaron sueños, que hicieron sentirse representados por lo que se hacía en una competencia consiguen uno de los mayores éxitos, el reconocimiento de sus méritos independiente del resultado. Y en estos días de los Juegos Panamericanos de Lima, una vez más, han surgido esos héroes que contagian entusiasmo y en quienes los niños que se inician en la actividad ven espejos a imitar.

Tomás González porfió desde los Juegos de Santo Domingo el 2003. Cuatro años después, en Río, fue muy extraño que no ganara la presea dorada, incluso los propios adversarios se sorprendieron del segundo lugar que le dieron los jueces. Los triunfos alcanzados en las más diversas latitudes precisaban de un galardón adicional, el que llegó por fin en Lima.

Lo que ha logrado en resultados lo convierten en el gimnasta más exitoso de nuestra historia, pero lo que ha conseguido en todos aquellos que desean imitarle es aún más valioso. Una disciplina bella de mirar y exigente de practicar salió de un plano más que secundario a llenar gimnasios de asistentes y levantar ratings de transmisiones.

Ese logro a Tomás González lo transforma en un ícono imperdible, y por tal motivo el primer lugar en Perú se aplaudió, porque lo merecía con creces.

Como si la esquiva alegría del triunfo nos tuviera preparado un mayor regalo, María Fernanda Valdés con pocos minutos de diferencia con Tomás González nos obsequió una nueva presea dorada.

Acá no es exagerado decir que esta "Chica Superpoderosa" llena de condiciones para el levantamiento de pesas siempre tuvo obstáculos y situaciones que la alejaban de la victoria panamericana. Pero su carácter lleno de fuerza que le llevó a ganar títulos mundiales y siempre hicieron tenerle fe en cada competencia encontraron por fin el éxito añorado.

Tal cual gritaron "¡por fin!" los primos Grimalt en el voleibol playa. Ya en Toronto, el 2015, atrajeron las miradas en una forma mayoritaria. Y las posteriores actuaciones a nivel internacional, que hasta los han hecho ganar en el circuito mundial, los convirtieron en los favoritos de la fanaticada.

El tenis no defraudó del todo. Alexa Guarachi y Nicolás Jarry ganaron con autoridad el dobles mixto, aunque la desazón generada por la temprana derrota del "Príncipe" en los individuales será difícil de borrar. Pero sirvió para seguir poniendo fichas en Tomás Barrios, que reconoció que le faltó fondo físico para quedarse con la corona, y junto con colgarse la medalla de plata sacó pasajes a los Juegos Olímpicos de Tokio, pero con la obligación de estar en los 300 mejores del planeta.

Por solidaridad, cuando se golpea en demasía a alguien o una entidad, surge una reacción de apoyo. Y la Federación Ciclista, tan vapuleada por temas internos y también externos, e incluso extradeportivos, pusieron la duda sobre esta disciplina que generalmente contribuye con el medallero panamericano. Felipe Peñaloza, por eso, fue un haz de luz, con tres medallas, cerrando su participación junto a Antonio Cabrera de forma magistral en la Madison con el galardón de oro.

Ahora dependerá de las autoridades del dopaje poner las cosas en orden ya sea para asumir responsabilidades o para limpiar la reputación enlodada de quienes no lo merecen.

Pero tal cual se dijo en el inicio, no conseguir la victoria a veces es irrelevante. El voleibol masculino después de 48 años dijo presente en los juegos de nuestro continente. Los triunfos sobre Estados Unidos y México emocionaron, los sets arrebatados a Brasil y Argentina, sobre todo a estos últimos en la semifinal, nos llevaron a creer que se puede.

El cuarto lugar en esta circunstancia es irrelevante, los saltos que ellos dieron al volver a posicionar este deporte en la primera línea son el verdadero "remache" de triunfo que nos reglaron los dirigidos de Daniel Nejamkin. No en vano, la organización premió a Vicente Parraguirre y Sebastián Castillo como los mejores del torneo en sus posiciones.

Lo del balonmano estuvo cerca, como nunca antes, pero lo que ha logrado gran parte de esta generación, llegando por primera vez a una final, derrotando a Brasil de forma inédita en una espléndida semifinal, no nos ruboriza por perder la disputa del primer lugar, porque cada vez es un paso más hacia adelante, y cuando se crece de esta forma, el oro es cosa de tiempo.