La columna de José Arnaldo Pérez: ¿Cómo, una vez más?
El periodista de Al Aire Libre nuevamente nos entrega su mirada sobre el mundo polideportivo.
Por José Arnaldo Pérez @Chascaperez
El Estadio Nacional siempre ha sido motivo de anuncios y de intervenciones, que en varios casos podría ser considerado víctima de esas obras. No en vano el recinto ñuñoino tenía capacidad para 80 mil espectadores, que con determinados arreglos y adecuaciones que hizo la FIFA, con las nuevas medidas para los asientos, redujo su capacidad a 65 mil, hasta que en la primera administración de Michelle Bachelet lo despedazaron, y si hay un ejemplo de hacer mal las cosas esa fue la reducción de su capacidad. Pese a ser el coliseo más grande del país terminó siendo el segundo en aforo, superado por el Monumental de Colo Colo. Por tal motivo, y porque el reducto de los "albos" posee más aposentadurías en sector preferencial, se resolvió que varios partidos clasificatorios rumbo a Sudáfrica se trasladaran a Macul.
Sebastián Piñera asumió la presidencia y prometió volver a dejarlo de 65 mil espectadores, más aún que venían los Juegos Odesur del 2014. Hasta de una nueva bandeja en la zona de tribuna Andes se habló. Pero ya sabemos. Nada se hizo. Nada. Sólo maquillajes año tras año, que si se suman los dineros darían perfectamente una cantidad similar a la que invirtieron en Perú para remodelar de forma magnífica su Estadio Nacional. Ambos pasan a ser ejemplos, uno de desperdicio y otro de eficiencia.
El propio Piñera en una medida de oportunismo electoral en la campaña presidencial el 2017 cuando el entonces capitán Claudio Bravo -camino a Rusia 2018- habló de lo dejado de lado que estaba el Nacional, prometió que contara con arreglos concretos si resultaba electo. Y ya sabemos, ganó, han pasado casi dos años, y poquito, sólo una nueva "manita de gato", porque viene la final de la Copa Libertadores de América. ¿Y para los Panamericanos que somos sede el 2023? Suenan fuerte los grillos. Siempre se tira la respuesta al "córner" o se hablan generalidades llenas de evasivas.
El panorama es peor si se ven los otros recintos deportivos de todo el complejo. El velódromo, patinódromo, piscina, diamante de béisbol y court central de tenis son muestras que avergüenzan en cuanto a despilfarro y no hacer de verdad y en serio las cosas. Pero este fin de semana el gobierno, nuevamente de Sebastián Piñera, hizo una promesa. 22 mil millones de pesos para remodelarlo y dejarlo como un Parque Deportivo abierto a la comunidad. ¿Cómo, una vez más? Hace rato se viene escuchando en distintos períodos presidenciales que se hará lo mismo. Que los ciudadanos podrán disfrutar de este recinto.
El problema no son los anuncios, el tema es que de una vez por todas se hagan y concreten tantas promesas. Nuevamente se habla del court de tenis, diamante de béisbol –vaya que han aumentado los adeptos a esta disciplina con los inmigrantes dominicanos y venezolanos-, por fin las canchas de hockey césped, además de un lugar para los deportes de combate, centro de entrenamiento paralímpico y convertir el añoso velódromo en una arena. Suena lindo. Ojalá una vez más no se convierta en una de las tantas promesas no cumplidas... Pero acá estaremos para cobrar la palabra.
Los que una vez más celebran son los del tenis de mesa, que hasta con clasificación mundialista tuvieron una sobresaliente actuación en el Panamericano de Asunción, Paraguay. Igual cosa se puede decir en el torneo internacional de clavos "Copa Pacífico" en Colombia, donde la sangre de campeones no se esfuma en Javiera Mancilla, hija de la gran ciclista Paola Muñoz, que se quedó con el oro en la plataforma Juvenil.
Chile una vez más también cobijara un gran evento del vóleibol. Tal cual como fue el 2007 en el sudamericano que se disputó a estadio lleno en cada jornada y que daba cupo a los Juegos de Beijing 2008. Allí se vio a una legión de estrellas, sobre todo en Brasil encabezados por Giba. Tanto Santiago y Temuco serán las sedes de la competencia, con el agregado que el representativo local puede dar pelea y no ser sólo un respetuoso anfitrión.
Ganar en casa, y dedicarle el triunfo a los tuyos tiene un sabor aún más dulce. Pero qué tiene que ver en eso un monegasco en Italia. Todo, si se considera que el nativo del principado manejaba un Ferrari. Allí da igual la nacionalidad del piloto, para los "tifossi" cualquiera que conduzca un bólido escarlata es de los suyos. Y ya comienzan a idolatrar de una forma desenfrenada a este joven Charles Leclerc, que repite el primer lugar, y ahora con un agregado, lo hizo en Monza. Hacía nueve años, desde Fernando Alonso el 2010 que los del "cavallino rampante" en casa no veían la bandera a cuadros. Por eso eufóricos gritaron: ganamos, una vez más.