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La columna de Aldo Schiappacasse: Tampoco vi a los Beatles

Revisa el artículo del comentarista de Al Aire Libre en Cooperativa.

La columna de Aldo Schiappacasse: Tampoco vi a los Beatles
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Aclaro que nací el '61. Y que no soy muy de conciertos. Pero si hubiera podido, habría hecho lo imposible por ver a Los Beatles porque habría entendido -entonces y ahora- que participaría de un evento histórico, irrepetible, imborrable. De aquellos que cuentas hasta la majadería, que mencionas en los asados, que enmarcas en tu casa, que mencionas al pasar en la primera cita, que recordarás hasta dar el último suspiro.

Estuve in situ cuando Colo Colo ganó la Libertadores, cuando Chile conquistó sus Copas Américas y la U la Sudamericana. Vi en Bordeaux como la barra chilena le ganaba a la italiana en el Mundial de Francia, pero no estuve para las medallas de Atenas, ni en la final de la Copa Davis ni cuando el "Chino" Ríos fue número 1 del mundo.

Estuve en la última concentración de Allende para las elecciones del '70 y en el festejo nocturno del triunfo del No. Fui al concierto de Rod Stewart  (el primero en el retorno a la democracia), pero no fui a ver al Papa. Vi, saludé y entrevisté a Morricone y Serrat y por eso me puedo morir tranquilo.

Me habría gustado ir a la inauguración de los Juegos Olímpicos de China, pero me quedé tristemente encerrado en un estudio de televisión a apenas 500 metros del Nido de Pájaros. No vi correr a Usain Bolt, pero vi nadar a Michael Phelps. No vi jugar -en vivo- a Pelé, pero sí a Maradona y Messi. Vi a Andre Agassi dar vuelta un partido increíble ante Medvedev en Roland Garros el '99, pero me habría encantado ver las finales de Borg y McEnroe, a Federer y a Jimmy Connors, ojalá acompañado de su esposa, Patti McGuire, una conejita Playboy de quien tuve un poster pegado en mi pieza.

No fui a los Oscar, ni a Cannes, ni a Venecia ni a Berlín, pero una vez vi a Bruce Willis en la Quinta Avenida de Nueva York. Y tomé desayuno con Shirley McLane, pero ella estaba en otra mesa.

No vi el gol de Salas en Wembley, ni una carrera de Fórmula 1, por más fanático que sea de la Ferrari. Jamás vi jugar en directo a Reggie Miller ni a Michael Jordan. Le di la mano a Benedetti, Galeano y Fontanarrosa, pero jamás estuve ni cerca de Osvaldo Soriano.

Tengo claro donde estuve y donde me habría gustado estar. Como ustedes también, supongo. Hay una línea clara que separa lo importante de lo banal; lo fútil de lo trascendente; lo prescindible de lo imborrable.

Por eso se los digo. Si hubiera visto a Los Beatles, lo contaría todos los días, con lujo de detalles. En serio. ¿Y ustedes, de qué se perdieron?