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La columna de Manfred Schwager: Con derecho a opinar

El periodista de Al Aire Libre en Cooperativa comenta la relación del deporte y la política.

La columna de Manfred Schwager: Con derecho a opinar

Por Manfred Schwager, @mschwagerv. Foto: Sportingnews.com

El advenimiento de las redes sociales ha ayudado a confirmar la fluida relación existente entre el deporte y la política. A través de sus cuentas personales, los profesionales del deporte han encontrado la plataforma en que pueden compartir sus opiniones y pensamientos sobre lo que afecta a su comunidad, o bien sumarse al activismo en favor de una idea o actividad.

Esto ha sido particularmente evidente en Estados Unidos desde que Donald Trump comenzó la campaña que lo llevó a la presidencia. En los últimos tres años, los ataques a quienes no piensan como él en los diversos deportes norteamericanos han sido constantes, y siempre con un afán de minimizar a sus críticos.

El último episodio fue contra LeBron James, quien al ser consultado en una entrevista en CNN sobre qué le diría si estuvieran cara a cara, declaró que jamás se sentaría frente a Trump dado el ambiente que ha contribuido a crear en su país, en que "la gente se siente más cómoda siendo racista".

La reacción de Trump fue de denostar a James, cuestionando la inteligencia del basquetbolista y de su entrevistador. Un ataque repudiado ampliamente por otros jugadores de la NBA, cansados del discurso de un presidente que, como ellos han denunciado, está utilizando al deporte para generar más división entre la ciudadanía.

Mientras tanto, LeBron inauguró hace poco la I Promise School, una escuela pública ubicada en Akron, la ciudad natal de James en Ohio, diseñada para acompañar con mayor efectividad a estudiantes de escasos recursos y que tienen problemas de aprendizaje, y que es financiada por una fundación del jugador en conjunto con otros benefactores. Una iniciativa con la que aprovecha los privilegios de su posición como basquetbolista profesional para retribuir a su comunidad, y que ha generado una petición para postularlo como ministro de educación que ya cuenta con más de veinte mil firmas de apoyo en su país.

El jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, otro objetivo de Trump, lleva casi dos años exiliado de la NFL. Desde que decidió poner una rodilla en la tierra al momento de entonar el himno estadounidense como protesta a los abusos policiales que sufren las minorías –gesto que fue replicado por varios de sus colegas–, su carrera quedó estancada en un limbo en que los pocos equipos que se han interesado por él terminan rechazándolo para no provocar "distracciones", lo que más bien huele a una excusa ante el temor a posibles represalias de los hinchas.

Sin embargo, el ejemplo que entregan estos y muchos otros deportistas y entrenadores es el adecuado. Al pronunciarse sobre un tema y al involucrarse activamente, ayudan a visibilizar situaciones que pueden ser resueltas con mayor rapidez y efectividad gracias a su intervención. E incluso algo más básico, como el simple hecho de expresar su opinión, debe ser respaldado. Ya es hora de aceptar que los deportistas también son personas y poseen ese derecho, aun si no estamos de acuerdo con lo que manifiesten.